El señorío verde no es uniforme sobre Panamá. Entre diciembre y abril disminuyen las lluvias, sobre todo en las tierras al suroeste del Golfo de Panamá, zona a la que se le llama “Arco Seco”, pues semeja un enorme e irregular abanico que se abre entre las provincias de Coclé y Los Santos. Bosques tropicales montanos, como Cerro Hoya, La Tronosa, Cerro Canajagua y El Cope, frescos y húmedos, abrigan árboles gigantes como caobas (“Swietenia macrophylla”), espavés (“Anacardium excelsum”), robles (“Tabebuia rosea”) y ceibas (“Ceiba pentandra”), ocultando animales como el macho de monte (“Tapirus bairdii”), el venado cola blanca (“Odocoileus virginianus”), el jaguar (“Phantera onca”), el puma (“Puma concolor”) y el saíno (“Tayassu tajacu”). A nivel de mar, los los gigantes arbóreos son el corotú (“Enterolobium cyclocarpum”), las acacias rojas (“Delonix regia”) y los guayacanes (“Tabebuia guayacan”). La fauna es más discreta: iguanas verdes (“Iguana iguana”) y armadillos (“Dasypus novemcinctus”) sacuden el herbazal, mientras el aire se llena con el escándalo de pericos barbinaranja (“Brotogeris jugularis”), loros frentirrojos (“Amazona autumnalis”) y loros de cabeza amarilla (“Amazona ochrocephala”).
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